ACADEMIA DE FISIOTERAPIA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA

Leídos el 28 de marzo de 2025

ALICANTE

AUTORIDADES, COMPAÑEROS Y QUERIDAS AMISTADES:

Es para mí todo un honor además de una gran alegría dar mi primer discurso en esta institución recibiendo como académico de honor a don Vicente Toledo Pérez, no solo por lo que representa histórica e institucionalmente semejante prohombre de la fisioterapia alicantina, sino también por el vínculo de amistad personal que nos une. De hecho, bien antes de hacernos amigos, lo consideraba un referente profesional, sin tan siquiera haberlo conocido en persona.

Permitan por ello que, antes de realizar un breve bosquejo biográfico de tan destacado personaje, les narre cómo lo conocí:

Hace un cuarto de siglo, apenas nacido el ICOFCV, y coincidiendo con la puesta en marcha de la titulación de Fisioterapia en la Universidad Miguel Hernández, mi apreciado colega y colegiado, Rafael Polo, y un servidor decidimos embarcarnos en la docencia que precisamente había inaugurado Vicente Toledo como el gran gestor que ha sido, al tiempo que Polo y yo decidíamos hacer un doctorado en dicha universidad abordando, como historiadores formados que éramos, la aventura de indagar en los orígenes de nuestra preciada profesión. Así, de la mano de la gran catedrática Rosa Ballester, entrevistamos a los pioneros (vivos aún, obviamente) de la fisioterapia alicantina y, cómo no, uno de nuestros primeros objetivos era nada menos que Vicente Toledo.

Pues bien, aquel gran activo tanto del Hospital General de Alicante como de la UMH (donde era nuestro jefe de división), nos recibió con campechanía y generosidad, abriéndonos todas las puertas a las que necesitábamos llamar. Fue todo un descubrimiento (GRACIAS VICENTE, UNA VEZ MÁS).

Sin duda, la cualidad que más agradablemente me sorprendió de Vicente fue su desparpajo y cercanía, rasgos propios de su carismática personalidad.

Pero centrémonos ya en la trayectoria vital y profesional de nuestro protagonista:

Vicente Toledo vino al mundo en la muy alicantina localidad de San Vicente del Raspeig hace justo 80 años, precisamente en el mes de marzo que casualmente el ICOFCV celebra como aniversario.

Muy joven se inició en el proceloso terreno laboral, aunque pronto cambiaría su faceta administrativa por la sanitaria, y marchó a tierras murcianas donde estudió Enfermería y sirvió a esta nuestra sufrida patria en el cuerpo de la Armada, lógicamente velando por la salud de la marinería…

Sin embargo, su gran Epifanía (y muy acertada) sería la idea de ingresar en la Escuela Departamental de Fisioterapia de la Facultad de Medicina de Valencia, en plenos años sesenta, donde coincidiría con otros tantos próceres como Manolo Granell y Pepe Meliá.

De aquella hermosa etapa procede la anécdota que me narró (y documentó) sobre sus primeros honorarios como fisioterapeuta, ganados “a modo de becario mientras concluía la entonces especialidad de fisioterapia con el famoso doctor Caballé”: consistían en  1000 pesetas del año en que yo nací, 1967, lo que vendrían a ser unos 6 euros hoy en día). ¡Curioso, ¿verdad?!

El inquieto Vicente, tan pronto recibió su título, aplicó sus conocimientos fisioterápicos de vuelta a su tierra con notable éxito, tanto en el terreno privado como en el público, fruto de lo cual destaca su primor clínico desarrollado principalmente en su clínica Montreal de San Vicente; y por supuesto su maestría gestora, liderando muy pronto en su provincia la Fisioterapia asociativa primero y colegial después, así como liderando de forma pionera el equipo rehabilitador del Hospital General alicantino (donde no olvidemos que muy posiblemente sería el primer Adjunto de Fisioterapia de toda la Comunidad Valencia (PORQUE HAY LAGUNAS DOCUMENTALES AL RESPECTO), y finalmente su gestión universitaria al poner en marcha los estudios fisioterápicos de la UMH, donde tuve el honor de conocerlo como nobel docente en mis inicios. 

Permítanme por último que, emulando a nuestro clásico grecorromano Plutarco en sus Vidas Paralelas, realice un tan tentador como cierto analogismo entre nuestro honorífico protagonista y el presidente de la Academia, porque en efecto, son muchas las similitudes entre Vicente Toledo y Pedro Rosado:

Ambos fueron cocineros antes que frailes (bueno, en realidad, enfermeros antes que fisioterapeutas), ambos fueron delegados de la Asociación Española de Fisioterapeutas en sus respectivas provincias hasta que inevitablemente serían sendos cofundadores del ICOFCV, ambos instauraron la titulación de Fisioterapia en sus universidades (la UMH y la CEU, respectivamente) y por ende, ambos grandes gestores de la terapia física. Además, los dos gozan ya de una bien merecida jubilación y desde hoy mismo, tienen una nueva virtud en común: comparten la Academia de Fisioterapia.

Mas por encima de todas estas coincidencias, destaco la más valiosa: su respectiva humanidad, empapada de campechanía y generosidad, lo que provoca nuestra admiración y cariño hacia ellos.

Concluyo centrándome de nuevo en la indiscutible estrella de esta ceremonia, Vicente Toledo, quien por todo lo enumerado anteriormente, tiene ganado con creces este extraordinario galardón, que no es otro que entrar a formar parte, por méritos propios, de la Academia de Fisioterapia de la Comunidad Valenciana.

¡Bienvenido seas a esta nueva institución, Vicente!

He dicho